Volcán Pacaya

Desde Antigua contratamos un viaje organizado para turistas al volcán Pacaya por unos 10$ cada uno. Este volcán estromboliano es uno de los activos en Guatemala, de hecho no pudimos acercarnos tanto a él como nos hubiera gustado ya que los volcanólogos se lo tenían prohibido a los guías por su inestabilidad.
En el viaje de ida al volcán pasamos por muchos pueblos muy humildes y lancé algunas fotos a lo que más me iba impresionando como esta familia transportando leña.

Desde donde nos dejó el coche hasta el volcán había como una hora y algo de camino andando. Esta es la pinta que tenía el camino, muy frondoso aunque no llegaba a ser selva.

A medio camino del volcán.

Cuando se abría un poco el bosque podíamos divisar el volcán. Explosionaba cada 5 minutos más o menos y se oía un estruendo bastante alto. Al principio impresionaba pero luego te hacias a ello. No recuerdo prestarle atención a eso estando justo debajo.

Yo con restos de la última erupción del 2008.

Ana, con el volcán detrás.

Una vez llegamos al lugar más cercano permitido, el guía echó unas ramas dentro de una abertura y empezaron a prender. Todo el mundo sacó nubes de las mochilas y las quemaron para comérselas. Nosotros no sabíamos nada al iniciar la visita pero parece ser que para los americanos era la principal atracción.

Nos quedamos el tiempo suficiente para ver atardecer.

Me gusta la silueta de la gente con el sol detrás.

Una vez de vuelta pude captar al volcán haciendo un anillo de humo.

Antigua

Antigua es una ciudad que está a más o menos una hora de Ciudad de Guatemala, famosa por su arquitectura renacentista española y que se encuentra rodeada de los volcanes de Agua, Fuego y Acatenango.

Mapa de la ciudad de Antigua junto a la iglesia de la Merced.

La "Iglesia de la Merced" vista desde el frente. Data del año 1548 pero ha tenido que ser reconstruida en muchas ocasiones, la última después del terremoto de 1976.

En el interior del convento de la Merced se halla esta fuente de 27 metros de diámetro, según dicen, la más grande de toda hispanoamérica. Tiene forma de flor de nenúfar(el símbolo del poder de los señores mayas) y en la iglesia se encuentran decenas de nenúfares tallados, seguramente dejados por los trabajadores indígenas.

"Arco del Antiguo convento de Santa Catalina". Fué contruido en 1693 para facilitar el paso de las abadesas desde el encierro de la iglesia y el claustro de la Merced(al fondo de la imagen) al colegio construido ese mismo año por demanda de las monjas para instituir a otras monjas. Estas podían tomar las calles con la ordenanza de no ser vistas por los espectadores.

El "Palacio de los capitanes" está situado en el extremo sur de la plaza central. Fué el primer edificio de dos niveles y se construyó en 1558. La Capitanía General de Guatemala era gobernada desde ese lugar(en ese entonces Chiapas, parte de Yucatán, Guatemala, Belice, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica), y en el se ubicaban las oficinas gubernamentales, administrativas y militares.

"Fuente de las sirenas" en la plaza central de Antigua.

"Catedral de San José" extremo este de la plaza central. Aunque su inicial construcción fué en 1542, debido a que sufrió serios desperfectos durante los sismos de 1583 y 1600, fué demolida completamente para ser reconstruida de nuevo en 1669.

Yo en una calle de Antigua con el volcán Pacaya de fondo.

Ana en el "Portal de las panaderas", extremo oeste de la plaza central. Su nombre deriva de que en el pasado, en lo días de mercado, se abarrotaba de vendedoras de pan y en las noches solían pernoctar en los corredores.

Niña jugando frente a la iglesia de la Merced.

Ciudad de Guatemala

Guatemala es una ciudad muy peligrosa, de las 18 zonas en que se divide la ciudad solo 2 zonas, la zona 10 y la zona 13, son seguras casi al 90%. La ciudad es un caos, en muchas partes no hay semáforos, la contaminación es enorme, la mayoría de autobuses echan un humo negro de los tubos de escape que ahoga, de hecho toda la ciudad está envuelta en una especie de niebla que no deja ver las montañas, basura por todos lados, la gente tira lo que le sobra en cualquier parte, muchas personas andan por la calle con armas y no sabes en qué momento se le puede ir la pinza a uno, en la entrada de cualquier comercio o restaurante un guardia de seguridad con una escopeta en la mano…

Voy a explicar diferentes aspectos de Guatemala que son dignos de mención:

Guardas de seguridad

De esta forma de seguridad nos contaron unos chapines (como se les llama a los guatemaltecos) que es mucho más absurda de lo que parece. Para ser guardia de seguridad no se necesitan muchos requisitos, simplemente tener una altura y una corpulencia determinada. Con eso, la empresa de seguridad te da unas clases para utilizar un arma y listo, ya tenemos a otro guarda con pistola a punto para disparar.

Las empresas que contratan los servicios de estas empresas de seguridad pagan en relación al tipo de arma que llevará el segurata, cuanto más grande, más cara, da igual quién tenga el arma entre las manos y sus características, lo importante es lo grande que sea ésta para asustar más,
supongo. Aunque por lo que nos dijeron, estos guardas tampoco suelen disparar mucho sus armas, ya que su empresa les resta de su sueldo los cartuchos que hayan gastado y los daños que haya podido sufrir el arma al dispararla, así que cuando hay un robo, lo más seguro es que el guarda se rinda lo más pronto posible y les de las llaves de las cajas a los ladrones.

Transportes

Los autobuses no responden ante una compañía, son particulares y suelen llevar a un conductor y una persona que se encarga de cobrar el viaje e intentar que la gente se suba a su bus de cualquier manera, da igual que la gente esté caminando tranquilamente por la calle, él intentará por todos los medios que suban, necesiten o no ir a alguna parte. Este sujeto suele ir casi siempre
en la puerta de delante, que siempre está abierta, con medio cuerpo fuera del bus y gritando el destino allá por donde va.

Son como autobuses escolares pintados de mil colores o dejados tal cual, con asientos de 2 personas en el lado derecho y de 3 personas en el lado izquierdo. Aunque la política es clara, subir al mayor número de personas dentro del bus, haya plazas o no, con lo que es bastante normal ver sentadas 3 personas en los asientos para 2 plazas y mucha gente con medio cuerpo en el pasillo. Esto no sería mayor problema si los asientos no fueran súper deslizantes y Guatemala no tuviera tantas curvas. Al no ser así, fácilmente puedes acabar sentado en los asientos de al lado o en el pasillo si las personas que están sentadas a tu lado son corpulentas y se te echan encima en una curva. El viaje en estos buses suele valer unos 10 quetzales (algo así como 1€) y son viajes de una hora y media más o menos.


El caso es que estos buses suelen ir solo a los pueblos o ciudades más importantes si quieres innovar un poco tienes que coger una mini furgoneta clandestina(o una Nissan Vanette de toda la vida, modelo de los 90) que suele ir entre 2 pueblos específicos pero tomando el camino que le sugiere el cliente para dejarle lo más cerca posible de su destino. En este tipo de transporte la máxima de cuantos más pasajeros mejor toma unas dimensiones mucho más exageradas que en un bus de los “oficiales”. De las 6 plazas recomendadas que ofrece el vehículo, se pasa a las 13 fácilmente. Viajar de esta forma vale de media 10 quetzales también.


Nosotros para ir de Ciudad de Guatemala a Monterrico, lo que son 170km, cogimos 1 bus que iba de Ciudad de Guatemala a Escuintla, una vez en Escuintla nos subimos a otro bus que iba a Puerto San José porque nos dijeron que desde allí salía otro bus que iba directamente a Monterrico. Antes de subirnos en el bus le preguntamos al conductor y nos dijo que sí, que ese bus estaba bien para ir a Monterrico(esto aún lo dudo bastante, creo que aunque fuera en la dirección contraria nos habría contestado que iba bien), así que subimos al bus. Cuando llevábamos como una hora de viaje nos dice el conductor que si vamos a Monterrico nos tenemos que bajar en ese momento. Todo estaría correcto de no ser porque el lugar donde nos teníamos que bajar era en medio de una carretera donde había 2 mini furgonetas esperando a llenarse para salir. Sin casi opción a rechistar y al son de “Súbase seño!” nos montamos en una. Creo que puedo decir sin miedo a equivocarme que fueron las 3 peores horas(cambiamos de furgoneta a mitad de camino, ya que la 1º no llegaba hasta nuestro destino) que pasé en Guatemala ya que temí por nuestra vida durante todo el viaje. No hacía más que ver gente con machetes y pistolas a través de la ventana de la furgoneta y esperaba que nos pararan en cualquier momento y nos asaltaran. Menos mal que nunca pasó. Al final llegamos a Monterrico sanos y salvos pero más cansados que si hubiéramos ido andando.

Tiempo total de viaje para 170km: 6 horas y 20 minutos.

Gente

Por todos los sitios hay gente que te quiere vender algo, cualquier cosa, lo peor de todo es que utilizan niños para ello, por eso de que da más pena no comprarle a un niño, es horrible. Te siguen, te ofrecen cosas, da igual, lo que sea con tal de ganarse un dólar o menos al final. La mayoría de las personas te intentará timar por ser extranjero. Aunque también es verdad que nos hemos cruzado con gente encantadora y muy maja.

Irene vive en la zona 13, pero de todas formas nos recomendó no salir por la ciudad más tarde de las 6, que es cuando anochece.

Nosotros llegamos a su casa a la 1 de la tarde, con lo cual, después de 20 horas de viaje, aun nos quedaba bastante día por delante, no sé cómo aguantamos. Irene llegó como a las 2 de la tarde y después de hablar un rato nos llevó a ver la zona 1, céntrica y puede que lo único que mereciera la pena ver de la ciudad.

El viaje hacia la zona uno desde la zona 13 fué un poco estresante. Lo primero que nos llamó la atención fué ver a un militar muy armado dentro del autobus para evitar robos y asaltos al autobus, que por lo que nos contaron son muy frecuentes.

Una vez en la zona 1, fuimos al mercado. Allí no puedes andar y ya, el turista aunque lleve lo mínimo posible (nosotros avisados por Irene no llevábamos un poco de dinero en el bolsillo y ya) da mucho el cante y en todo momento notas gente que te observa o te sigue, con lo cual tienes que andar despistando todo el rato, metiendote entre la gente, saliendo a la carretera, cruzando varias veces de acera... un estrés.

Después de un rato de estos amagos y regates conseguimos llegar al mercado y nos encantó. Tenía ese aire de mercado antiguo, de esos de los que cada vez quedan menos en España, frutas casi saliéndose de los puestos, tenderos gritando el precio de sus productos, mucha mucha gente de un lado para otro...

Irene nos llevó a tomar un licuado dentro del mercado, allí son muy típicos y se trata de un batido con las frutas que tu elijas en un vaso enorme que suelen rellenarte con lo que ha sobrado al hacerte el licuado cuando te bebes la mitad del vaso, todo eso por 7 quetzales, es decir un dollar.

El siguiente capítulo será sobre la ciudad de Antigua y el volcán Pacaya.

Viaje a Guatemala

Después de 10 horas de viaje en un avión tercermundista (no recomiendo a nadie Air Comet), lleno de bebés que no paraban de llorar y gritar por lo que no pudimos dormir nada, llegamos a Bogotá, nuestra primera escala. Afortunadamente se nos ocurrió hacer caso omiso a lo que nos dijo la chica que nos facturó las maletas en España ya que, según ella, nuestro equipaje iba directamente hasta Panamá. Decidimos esperar un poco por si acaso y de repente vimos nuestras maletas salir por la cinta transportadora. Donde teníamos que volver a facturar las maletas era en Bogotá ya que cambiábamos de compañía aérea, no en Panamá, pero en fin, el problema no llegó a más, volvimos a facturar nuestras maletas y estábamos en suelo colombiano. Ya en el aeropuerto de Bogotá se nota la pobreza del país, la gente te intenta sacar dinero de cualquier manera, ayudándote con las maletas, llevándote hasta donde está el mostrador de la compañía aérea que buscas...

Una vez hechos todos los trámites nos fuimos a la puerta de nuestro vuelo a esperar, todavía quedaba como hora y media para que saliera el vuelo. Después de más de una hora en la sala de espera, empezaron a llamar a ciertas personas por megafonía, de 4 en 4. Al tercer turno me llamaron a mí. Yo pensaba que era para ir entrando al avión, aunque me extrañaba que no nos llamaran a Ana y a mí a la vez.

Aeropuerto de Bogotá

Y estaba en lo cierto, no me llamaron para que fuera entrando en el avión, sino porque mi maleta era sospechosa, como todas las demás maletas de los que habían llamado antes que a mí. En Colombia cuidan bastante las mercancías desconocidas, ya que saliendo de allí, pueden llevar drogas ocultas. Bueno, yo llevaba jamón serrano y era sospechoso por eso. Después de que un militar me revolviera toda la maleta y se diera cuenta de que el jamón no es peligroso, me volvió a colocar todo, nunca como estaba antes, y me dio el OK para volar a Panamá. Antes que mi maleta, habían revisado exhaustivamente la maleta de una chica que traía Colacao de España, el militar no se fiaba nada del Colacao y estuvo a punto de requisarlo y detener a la chica, pero al final cedió también.

Al igual que en el aeropuerto de Bogotá se notaba como era el país, Panamá me dio muy buenas impresiones y me gustaría visitarlo en los próximos meses, además me han hablado muy bien de Panamá por aquí. Queda apuntado el viaje.

Aeropuerto de Panamá

En el último vuelo, de Panamá a Guatemala, fuimos en primera clase, no sé cómo funciona esto, si después de 16 horas de viaje ya te regalan una primera clase, o yo que sé, pero en nuestra reserva no teníamos primera clase, así que nos llevamos una grata sorpresa. La pena es que el vuelo fuera corto, menos de 2 horas, pero se agradecen los asientos de primera clase y el poder elegir entre 2 menús que no son ni parecidos a la comida de la clase turista, jeje. Nosotros estábamos un poco como desubicados entre tanto ejecutivo y turista ricachón, además era la primera vez que viajábamos en primera clase, así que estábamos un poco cortados y nos parecía que hasta las azafatas sospechaban del error en nuestros billetes pero fuimos tan bien que hasta pudimos dormir 30 minutos, cosa que en las 16 horas anteriores no habíamos hecho.

Al llegar a Guatemala y después de tranquilizarnos al ver nuestras maletas sanas y salvas, fuimos a la salida del aeropuerto, donde Irene, la amiga de Ana del máster que está haciendo las prácticas en Guatemala, nos había dicho que cogiéramos un taxi de los amarillos, que son seguros, los blancos son a precio pactado a la salida y no suelen ser nada seguros. Pues bien, una vez allí, no había ni un taxi amarillo, todos blancos, así que tuvimos que llamar a Irene para que nos mandara uno de confianza. Allí nos dimos ya cuenta, al igual que en Colombia, de cómo era Guatemala, la gente te intenta “ayudar” en cualquier cosa para que le des una propina, todo el mundo te llama para que cojas su taxi, te venden de todo en la misma puerta del aeropuerto, bastante gente vestida en plan indígena…, se notaba que era un país bastante pobre, necesitado, y seguramente por eso, peligroso.

Una vez llegó el taxi, Paco, que era como se llamaba el taxista, nos llevó a casa de Irene. Ella no estaba, pero le había dejado al conserje la llave de su piso y una descripción de nosotros junto con nuestros nombres, así que después de unas preguntas por el telefonillo, el conserje nos abrió la primera valla de entrada a su casa y acto seguido la puerta de entrada. Irene vive en una de las zonas seguras casi al 80% de la ciudad, pero ya hablaré de Guatemala más adelante. Hasta aquí las 20 horas de viaje.